El último reporte NOW! de la Cámara de Comercio de Santiago junto a Estudio Racimo indaga en las nuevas posibilidades que se abren para las industrias creativas como motor de crecimiento.
En los últimos años, las industrias creativas han ido ocupando un rol cada vez más estratégico en la forma en que diversos países imaginan su futuro. Entre las características que sustentan esta mirada, se encuentran sus capacidades para generar grandes transformaciones estructurales desde una aproximación que fomenta la innovación, el empleo, la inclusión y diálogo social y, en definitiva, el desarrollo sostenible.
El sector creativo en sí mismo ha estado involucrado en grandes transformaciones, producto de los avances que ha tenido la sociedad de la información en las últimas décadas, incluyendo la reinvención de la industria musical, del cine y la entretención en general, del diseño, los medios de comunicación, la publicidad y el marketing, la fotografía, entre otros.
Todas estas áreas presentan grandes posibilidades, al tiempo que contribuyen a la preservación del patrimonio y la cultura, y generan las capacidades creativas críticas para alimentar los procesos de innovación que nos hacen capaces de acelerar el desarrollo económico y social.
Las grandes transformaciones, en lugar de estabilizarse, siguen en constante desarrollo, con el agregado de que la crisis sanitaria que ha enfrentado el planeta desde comienzos de 2020, aceleró su ritmo hasta el extremo de lo posible.
En este nuevo reporte NOW! analizamos el impacto, desafíos y oportunidades de algunas de esas transformaciones en la industria creativa, desde sus procesos productivos hasta las cadenas de distribución, marketing y comercialización, pasando por el modo en que estos cambios introducen nuevos lenguajes y formatos.
Todo lo anterior ha impulsado un proceso en que emergen nuevos actores en el ecosistema creativo, en que se crean nuevos productos y mercados, en que los actores tradicionales se transforman y reconvierten.
Una dinámica vibrante, que como país deberemos promover estratégicamente a través de políticas públicas y privadas que nos permitan potenciar al máximo las posibilidades de un sector llamado a ser clave para nuestro desarrollo.
La digitalización de la cultura ha llevado a que los grandes marketplaces ya consolidados, en su necesidad de innovar y robustecer su propuesta de valor, desarrollen espacios para incorporar “diversidad” en sus catálogos. Y si bien la relación entre el retail y el mundo del arte no es nueva, la acelerada digitalización que hemos vivido estos últimos dos años provocó un despliegue de iniciativas para rentabilizar la industria creativa.
Vemos cómo creativos han “hackeado” técnicas, modelos y vitrinas propias del marketing y el retail para abrir su abanico de posibilidades.
Pero cuando toca llevar a cabo las transacciones surgen brechas pendientes, propias de la parcial informalidad de esta industria. Justamente para llenarlas es que aparecen los marketplaces como herramientas más eficientes y confiables, capaces de potenciar al mercado creativo como un complemento a su espacio natural: las redes sociales y sus comunidades de seguidores.
LA REVOLUCIÓN DEL METAVERSO Y EL CRIPTOARTE
La tecnología blockchain no sólo ha revolucionado la economía a través de la introducción de criptomonedas como bitcoin, sino que también en los sistemas de transmisión y validación de información. Esto abre nuevas posibilidades en el mercado del arte, mediante los NFT (“activo no fungible”, por sus siglas en inglés) y el criptoarte, a la vez que tensiona el funcionamiento de la propiedad intelectual y los derechos de autor.
Uno de los grandes beneficios del modelo blockchain es que permite registrar transacciones con datos encriptados y de manera descentralizada. Cada “contrato” o intercambio que se realiza forma un bloque incorruptible y no duplicable, que es visado de forma simultánea por los cientos de miles de nodos conectados a la red.
Los cambios o nuevas transacciones forman otros bloques en la cadena -de ahí su nombre-, provocando un historial de movimientos completamente público y, por ahora, imposible de falsear.
Con esa tecnología nacieron las criptomonedas, dinero digital que se transa sin bancos ni intermediarios, y poco tiempo después surgió el criptoarte, obras virtuales que, gracias a este sistema, pueden transarse sin riesgo de ser plagiadas o multiplicadas.
Una obra en JPG o en mp4, archivos que por tantas décadas se pudieron multiplicar por millones y a través de todo el mundo gracias a la tecnología P2P, hoy puede volver a ser única y auténtica. Encriptadas con blockchain y transadas con Ethereum, una criptomoneda, las creaciones artísticas sólo pueden ser distribuidas, compradas y/o vendidas en la red de nodos con el formato NFT, que le otorga una firma digital única y que garantiza su autenticidad.
El 2021 vio un incremento sustancial en la producción y comercialización de obras de arte digital, con un mercado avaluado en más de US$ 640 millones. Las casas de subasta tradicionales también se han incorporado a esta nueva corriente: en marzo Christie’s batió el récord de venta de criptoarte con el remate por US$ 69 millones de Everydays: The First 5000 Days, del artista estadounidense Beeple.
En Chile ya existe una primera generación de creadores que están generando ingresos en este mercado, con la expectativa de poder hacer una carrera viable en esta nueva forma de emprendimiento.
Ver reporte completo sobre industrias creativas >> Panorama de las industrias creativas: nuevos formatos de producción, difusión y comercialización de bienes y servicios creativos.
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